El destino...


El otro día contaba emocionada el episodio del perro solidario y menos de un día después me encuentro la versión casera en mi propia madre.
La cosa tiene un “majao” como diría ella misma, o en otras palabras: esto no hay por dónde cogerlo.
Vamos cruzando la calle cuando encuentra un caracol en medio del asfalto. Se lanza a por él con una agilidad nada propia de sus 74 años (por suerte ella no anda por internet, si no, me deshereda por decir su edad real. Por favor los chivatos que se abstengan, no quiero conflictos maternales) y de pronto la veo enternecida por el aparente despiste del pobre molusco y para salvarle la vida lo lanza hacia un jardín cercano.
No tengo ni tiempo de reaccionar, pero cuando lo hago, me llevo las manos a la cabeza gritando:¡Mamaaaaaaaaaaa! El pobre animal debe haber despertado por mi grito en pleno vuelo y se debe haber llevado el susto de su vida al verse volando por los aires sin motor y sin paracaídas.
Le digo: ¡mamá, hija! (a ella siempre le confunde este comienzo, y me dice: niña, aclárate, o mamá o hija), no sé qué hubiera preferido el pobre caracol, morir de pronto aplastado por un coche o morir estrellado contra el suelo.
Y mi madre con su habitual sorna dice: Igual cae en tierra blandita.
Al final me tengo que reir y todo.
Y lo peor es que al día siguiente ocurre un episodio similar. (¿Qué les pasa a los caracoles en diciembre? Se suicidan en masa ¿o qué?. Y lo más importante ¿Qué le ha dado a mi madre, de pronto con los caracoles?).
Esta vez me da tiempo a cogerle la mano con el caracol mientras la veo buscando con la mirada un lugar donde posar (ejem) al pobre animal. En esto que ve una ventana con una maceta y deja al despreocupado bicho allí mismo.
Ya me imagino a la dueña de la maceta y la ventana revoleando al desdichado caracol para que no se meriende la planta.

Qué cruel y caprichoso es a veces el destino...

2 comentarios:

Monelle/Carmen Rosa Signes 13:25:00  

Jajajaja Felicita a tu mamá de mi parte, pues tenemos el mismo gusto por esos cornudos bichos, a mi me sucede lo mismo, y si algo odio es ir caminando por el monte y sentir bajo mis pies el desagradable ruido de su caparazón desmenuzándose. Son tan lindos.
Me encantó la historia. Besos.

Carmen

Clematide 0:14:00  

Bueno, yo aún dudo si en realidad lo que quiere es exterminarlos a todos pero disimulando, ja ja ja. Con mi madre hay que estar muy alerta pues tiene cada cosa que...
Me río mucho con ella.
Me alegro de que te haya gustado.
Un besito!

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