Según cuenta un viejo relato japonés, en cierta ocasión, un belicoso samurai desafió a un anciano maestro zen a que le explicara los conceptos de cielo e infierno. Pero el monje replicó con desprecio:
— ¡No eres más que un patán y no puedo malgastar mi tiempo con tus tonterías!
El samurai, herido en su honor, montó en cólera y. desenvainando la espada, exclamó:— Tu impertinencia te costará la vida.
— ¡Eso —replicó entonces el maestro— es el infierno!
Conmovido por la exactitud de las palabras del maestro sobre la cólera que le estaba atenazando, el samurai se calmó, envainó la espada y se postró ante él, agradecido.
— ¡Y eso —concluyó entonces el maestro—, eso es el cielo!
10 comentarios:
No ocurre a veces que sientes un fresquito muy agradable, pues esa ha sido la sensación al ver tus palabras en tu blog. Sigue dándome airecito!!!!!
Por aqui se ha sentido otra brisa fresquita y agradable, la de tus bonitas palabras....qué alivio para el verano!
Gracias, cielo.
Me recomendó tu blog Manel Aljama... y menudo regalo me hizo !! He visto que hay muchísimo contenido que tardaré algún tiempo en ojear, pero con el gustito que me ha quedado de "Cielo e infierno", lo haré encantado. Te he añadido a mi blog. Un abrazo y feliz verano.
Me siento halagada y honrada con tus palabras y tu visita. Es un placer y regalo también para mi tenerte por aqui...¡¡¡MUCHAS GRACIAS!!!
Ven siempre que quieras...estás en tu casa.
¡Un beso!
Un cuento muy bonito, precioso y que de una manera sencilla y sabia enseña muchísimo.
Justo por eso me gustó, porque a veces los mensajes breves y directos llegan mucho mejor.
Gracias por tu visita Manel!!!
Excelente cuento para comprender esa sutil diferencia entre lo bueno y lo malo, el horror y el amor, el cielo y el infierno. Precioso. Besitos Loli.
Carmen
Qué bien que hayas podido entrar por fin! Te echaba de menos, amiga!. Muchas gracias por tu visita...
Llegue el ultimo y no se que decir .... me conoces y no se que decir... :-XXXX
El último en llegar no es el menos importante...que lo sepas!.
Me basta con tu silenciosa presencia, mi querido Carlos, gracias por venir.
Publicar un comentario