Aprendemos a hacer raices cuadradas y ecuaciones de segundo grado de inconcebible utilidad, aprendemos a conducir un extraño artefacto (que además alguien aprendió a fabricar con piezas de impronunciable nombre) que nos transporta a todos lados como por arte de magia, aprendemos a comunicarnos usando extraños códigos verbales de otros paises, con los que, además nos atrevemos a cantar nuestras canciones favoritas, aprendemos a usar la alquimia en la cocina para hacer tortilla de patatas con cebolla y algún que otro extra según la especialidad, aprendemos a construir estructuras maravillosamente complicadas de las que luego hacemos un hogar, aprendemos a usar un teléfono móvil con MP3, GPRS, SMS, y doscientas barbaridades más, aprendemos a reservar nuestras vacaciones en un extraño y mágico lugar virtual de algo que alguien inventó, llamado Internet.
Y sin embargo no sabemos cómo completar el increíblemente hermoso puzzle de la vida.
Quizá por nuestra manía de rechazar todo aquello que no nos gusta o nos da miedo.
Elegimos la pieza de la alegría, y tiramos la de la tristeza. Colocamos la pieza de la compañía y nos sobra la de la soledad. Intentamos colocar la de la luz, pero no nos gusta la de la oscuridad, y aún podemos encontrar el lugar de la pieza de la vida, pero tiramos la de la muerte bien lejos.
Quizá encontremos la paz y la plenitud, si logramos unir todas las piezas, quizá cuando nos demos cuenta de que todas esas piezas que tiramos a la basura hacen que el puzzle esté completo y hermoso, y hacen que el TODO y la NADA, puedan llamarse así y formen parte indivisible de lo que llamamos VIDA.
Y sin embargo no sabemos cómo completar el increíblemente hermoso puzzle de la vida.
Quizá por nuestra manía de rechazar todo aquello que no nos gusta o nos da miedo.
Elegimos la pieza de la alegría, y tiramos la de la tristeza. Colocamos la pieza de la compañía y nos sobra la de la soledad. Intentamos colocar la de la luz, pero no nos gusta la de la oscuridad, y aún podemos encontrar el lugar de la pieza de la vida, pero tiramos la de la muerte bien lejos.
Quizá encontremos la paz y la plenitud, si logramos unir todas las piezas, quizá cuando nos demos cuenta de que todas esas piezas que tiramos a la basura hacen que el puzzle esté completo y hermoso, y hacen que el TODO y la NADA, puedan llamarse así y formen parte indivisible de lo que llamamos VIDA.