Camino de la plenitud por los detalles


Cualquier suceso en la vida es una espléndida oportunidad de la que podemos extraer alguna pista que nos lleve a comprender mejor o poner atención a otros terrenos paralelos y que en ocasiones pasamos por alto.

La práctica del yoga es un claro ejemplo de ello.
Cada persona inicia una sesión con claras analogías a cómo interpreta o afronta la propia vida.
En ella, a veces somos exigentes con nosotros mismos, forzando nuestro cuerpo para llegar más lejos y nos olvidamos de escuchar nuestro cuerpo, nuestra mente, nuestro espíritu y adaptarnos al ritmo que sutilmente nos indica.
Otras veces tenemos limitaciones mentales que nos hacen quedarnos a medio camino de un estiramiento pensando que no podemos ir más allá. Con el tiempo nos damos cuenta de esos absurdos obstáculos que ponemos en nuestro propio camino y tenemos el valor de intentar ir un pasito más allá, para regocijarnos con el encuentro de un nuevo horizonte.
También ocurre que muy a menudo nos evadimos del inigualable momento en pleno asana sin saborear las sensaciones y matices que nos regala nuestro cuerpo en ese preciso instante y huimos al futuro pensando cuándo llegará el momento de la relajación final, sin darnos cuenta de que hemos perdido unos preciosos momentos de encuentro con nosotros mismos en toda su plenitud.
Todo en la vida, si somos capaces de detenernos a reflexionar, es un claro ejemplo de cómo vivimos y cómo podemos a veces mejorar esa vivencia para disfrutar más, para saborear la vida en todos sus matices y dejar de poner etiquetas a todo aquello que nos ocurre, pues al igual que sucede en hatha yoga, en el momento de un estiramiento, podemos sentir alguna leve molestia que puede ser mágicamente transformada cuando volvemos la mirada completamente a ese lugar, con nuestra respiración, nuestra mente, nuestra conciencia y observamos in situ, en presente, con toda plenitud lo que está ocurriendo ahí. No solo potenciamos la eficacia del movimiento, encontrando respuestas a preguntas a veces no formuladas, sino que conectamos con lo más preciado de nosotros...y el Universo se nos presenta, humilde, en toda su magnificencia para dejarnos sentir el inigualable regocijo de la VIDA.

Sabiduría indígena


Quiero saber quién eres.
No me interesa lo que haces para vivir.
Quiero saber cuál es tu dolor y si aceptas el reto de unir a otro tu corazón anhelante.
No me importa cuál es tu edad.
Quiero saber si te arriesgarás a verte como un tonto por amor, por tus sueños, por la aventura de estar vivo.
No me interesa qué planetas cuadran tu luna.
Quiero saber si puedes quedarte con el dolor, mío o tuyo, sin moverte para esconderte o desvanecerte o arreglarlo.
Quiero saber si has tocado el centro de tu propia tristeza, si te has abierto con las tristezas de la vida, o si te has marchitado desde el temor de dolores futuros.
Quiero saber si puedes estar con la alegría, mía o tuya; si puedes bailar salvajemente y dejar que el éxtasis te llene hasta la punta de los dedos, sin advertirnos de que debemos ser cuidadosos, ser realistas, o recordar las limitaciones del ser humano.
No me interesa si la historia que me contaste sobre el fuego es verdadera.
Quiero saber si puedes contrariar a otro para ser fiel a ti mismo, si puedes golpear la acusación de traición y no traicionar tu propia alma.
Quiero saber si puedes ser leal y entonces digno de confianza.
No me interesa lo que sabes o cómo viniste aquí.
Quiero saber si te pararás en el centro del fuego conmigo y no retrocederás.
No me interesa dónde o con quién estudiaste.
Quiero saber qué es lo que te sostiene desde adentro cuando todo lo demás ha caído.
Quiero saber si puedes estar solo contigo mismo y si a ti verdaderamente te gusta tu compañía en los momentos vacíos.


Un anciano indígena.

El poder del sonido


El mantra es un sonido o palabra que se usa para la concentración, la interiorización mental, la meditación y la conexión con aquello que está más allá del pensamiento.

Por el sonido se va más allá del sonido y por la palabra se va más allá de la palabra. El mantra es la llave que abre la puerta hacia la mente profunda o no-mente (unmani), que funciona más allá del pensamiento ordinario, los pares de opuestos y el intelecto binario.

El mantra es herramienta, método, instrumento liberatorio, un modo de dirigir el pensamiento hacia lo más intimo y nuclear, para suspenderlo y que se revele la luz del yo real.

Al manifestarse la Conciencia Cósmica, surgió la primera vibración, el sonido inaudible o sonido del Ser.

Desde ese sonido ultrasutil, por propagación de las vibraciones desde lo inaudible a lo más tosco se llegó al sonido ordinario y a la palabra. A través de la mentalización de determinados sonidos o fonemas místicos se reinvierte el camino y desde lo más tosco se va conduciendo la mente a la más ultrasutil: su fuente,en la raiz o antesala del pensamiento.

Hay mantras de una sola palabra (el más conocido es OM el sonido primigenio, el más puro y sagrado) o de varias y la esencia del mantra, su vibración medular, su sonido sintetizado, su simiente en suma, es denominado bija-mantra.

La recitación mántrica se denomina japa.
El mantra se recita muy a menudo así se va cargando de más y más energía, pero no debe hacerse de manera mecánica, ya que para que adquiera un poder transformativo hay que invocar, evocar y convocar.

Yoga journal

Solo sé que no se nada




Mensajes


Los recibimos constantemente. La vida nos habla, y también usamos la vida para decirnos a nosotros mismos aquello que sabe nuestro inconsciente y que solo podemos entender cuando lo oimos desde fuera. Paradojas.

Hoy recibí un mensaje, como siempre adecuado para la ocasión.

Es de Beethoven. No es que se me haya aparecido en forma de ectoplasma parlanchín, no.

Venía escrito en una pequeña notita para la ocasión.

No recuerdo con exactitud la frase, pero resaltaba la importancia de disfrutar con cada paso del viaje, y olvidarnos del destino final. Esa es la clave de la felicidad.

Hay días que se me olvida...por eso necesito que Beethoven venga en mi rescate y me zarandee un poquito.

¡Gracias maestro!

Recordatorio para mi inercia



No te salves




No te quedes inmóvil


al borde del camino


no congeles el júbilo


no quieras con desgana


no te salves ahora ni nunca no te salves


no te llenes de calma


no reserves del mundo sólo


un rincón tranquilo


no dejes caer los párpados


pesados como juicios


no te quedes sin labios


no te duermas sin sueño


no te pienses sin sangre


no te juzgues sin tiempo


pero si pese a todo no puedes evitarlo


y congelas el júbilo


y quieres con desgana


y te salvas ahora


y te llenas de calma


y reservas del mundo


sólo un rincón tranquilo


y dejas caer los párpados


pesados como juicios


y te secas sin labios


y te duermes sin sueño


y te piensas sin sangre


y te juzgas sin tiempo


y te quedas inmóvil


al borde del camino


y te salvas


entonces


no te quedes conmigo.


Mario Benedetti




Los músicos chilenos Illapu han puesto música a este fantástico poema


Morir cada día


¿Qué es la edad? ¿Es el número de años que uno ha vivido? Eso forma parte de la edad; uno ha nacido en tal y tal año, y ahora tiene quince, cuarenta o sesenta años. El cuerpo envejece, y lo mismo ocurre con la mente cuando está cargada con todas las experiencias, desdichas y fatigas de la vida; y una mente así jamás puede descubrir qué es la verdad. La mente puede descubrir algo sólo cuando es joven, fresca, inocente; pero la inocencia no es una cuestión de edad. No sólo el niño es inocente ‑puede no serlo-, sino la mente que es capaz de experimentar sin acumular los residuos de la experiencia. La mente tiene que experimentar, eso es inevitable. Tiene que responder a todo, al río, al animal enfermo, al cuerpo muerto que llevan para la cremación, a los pobres aldeanos que transportan sus cargas por el camino, a las torturas y miserias de la vida; de lo contrario, la mente ya está muerta. Pero tiene que ser capaz de responder sin quedar atrapada en la experiencia. La tradición, la acumulación de experiencias, las cenizas de la memoria, todo eso es lo que envejece a la mente. La mente que muere cada día a los recuerdos del ayer, a todas las alegrías y los dolores del pasado, una mente así es lozana, inocente, no tiene edad; y sin esa inocencia, ya sea que uno tenga diez años o sesenta, no encontrará a Dios.

Jiddu Krishnamurti

El mala o rosario tibetano


Este post de hoy tiene una dedicatoria muy especial.

Para mi amiga Macarena que me enternece con su inquietud por nuestra amistad...tan sana y tan fuerte como ella sabe que es, aunque yo, descastada e independiente por naturaleza a veces me refugio en el silencio de mi hogar y parezca que no quiero nada con el mundo.

Por si alguna vez dudas, quiero decirte que estoy aunque no esté, porque mi corazón llega donde no llegan mis piernas y mis ojos. Te quiero mucho amiga preciosa.

Y gracias por este Mala o rosario tibetano que hoy me has regalado. He buscado información y me pareció interesante ponerla aqui para aprender un poco más.




El origen de esta sarta de cuentas es antiquísimo. Los indios representaban a Padmapani con un rosario en el cuello. Los antiguos romanos hacían uso del rosario; éste era también conocido en el Japón, Siam, Tonkín, Ceilán y otros países. Estaba igualmente en uso entre los mahometanos, de quienes lo tomó Pedro el Ermitaño para que los cruzados se sirvieran de él. Los turcos tienen un rosario compuesto de seis decenas, y otro de cien granos divididos en tres partes: mientras hacen pasar entre los dedos las cuentas de la primera treintena pronuncian treinta veces la fórmula Soubhan la Aláh, que significa Dios es digno de alabanza; en la segunda, dicen las palabras Elham la Aláh, o Gloria a Dios, y en la tercera, Aláh ecber, o Dios es grande.
El Mala
El rosario tiene 108 cuentas o esferas pequeñas. La forma de 108 es la más usada en la secta japonesa Shingon. Las cuentas simbolizan las 108 pasiones y también los 108 Conocimientos. Lo que buscan la 108 cuentas es que en honor a buda sea repetido su nombre al menos 100 veces. Si no se está usando, el mala se coloca sobre la muñeca izquierda, se enrolla en tres vueltas o se coloca alrededor del cuello.
El mala es también un buen instrumento para la concentración. La práctica del mala crea un estado centrado de conciencia que se vuelve habitual. Constituye una buena práctica de control de la mente.
En el ritual practicado en el tantrismo se indica el uso del mala de la siguiente forma: usarlo en la mano derecha; los dedos meñique e índice no deben tocarlo. Las cuentas se sujetan con los dedos medio y anular y se giran con ayuda del pulgar. Siempre hay una cuenta extra colgando fuera de la serie, por eso es que son 109. La número 109 es llamada sumeru. Ésta nunca debe pasarse; es solamente para poder determinar en donde se empezó a orar.
Debe empezarse el mala en la primera cuenta contigua al sumeru y terminar en la última antes de ésta. Si tiene que darse una segunda vuelta, debe voltearse el mala y hacer que la última cuenta (en la que terminó la primera vuelta) se vuelva la primera al comenzar la segunda vuelta y así sucesivamente cuantas veces se desee.
Otra forma de trabajo del mala y de sujeción del mismo es la siguiente:
Rosario en la mano derecha: los dedos meñique, anular y medio representan (según enseña Sathya Sai Baba) los tres gunas, el dedo índice simboliza la vida o el alma individual y el dedo pulgar, el Ser Supremo o Brahman. Los tres gunas o modalidades de la naturaleza son: tamas u oscuridad ignorancia e inercia, rajas o actividad y emotividad, y satva, o bondad, nobleza y felicidad.
El ir pasando las cuentas del rosario entre los dedos índice y pulgar, y deslizarlas sobre los tres dedos restantes extendidos, o gunas, equivale al deseo del alma individual (índice) de unirse al Alma Universal (pulgar).El rosario descansa principalmente sobre el dedo medio o satva, representativo de la bondad. En esta forma se separa al ser individual de los demás atributos de la materia (anular y meñique). Con la punta del dedo índice tocando el dedo pulgar, debe rotarse cuenta por cuenta el rosario. En este ejercicio, aunque el índice tocara el dedo medio, se estaría en contacto con la nobleza y bondad que representa.
El material de que están hechas las cuentas tiene un efecto sobre la química del cuerpo. Los materiales qu pueden usarse incluyen tulsi, sándalo, semillas de loto, rudrakshas, coral, perla, cuarzo o cristal, concha, plata.
El mantra más utilizado del budismo tibetano es Om Mani Padme Hum, esta relacionado al bodhisattva de la compasión, Avalokiteshvara. En este mantra, la sílaba Om representa la presencia física de todos los budas. La palabra Mani que quiere decir la joya en sânscrito simboliza la joya de la compasión de Avalokiteshvara, capaz de lograr todo los deseos. La palabra Padme quiere decir el loto, la flor bonita que nace en el barro; de la misma manera, nosotros debemos superar el barro, es decir, las cualidades negativas y empezar las cualidades positivas. La sílaba, Hum representa a la mente iluminada, este es el significado del mantra.

fuente:http://budismo-chan-v-region.blogspot.com/2008_05_01_archive.html

Cambiando de tercio...


Si buscas resultados distintos...no hagas siempre lo mismo.


Albert Einstein

Séptimo chacra o chacra coronal (Sahasrara)


El chakra coronal es donde se asienta la perfección suprema del hombre. En algunos escritos legados por la tradición se representa en vilo sobre la cabeza del hombre. Brilla con todos los colores del arco iris, pero el color predominante es el violeta. La flor exterior del chakra consta de 960 pétalos. En su interior se encuentra una segunda flor de 12 pétalos, que irradia luz blanca entreverada de rayos dorados.
De forma similar a como la luz incolora reúne todos los colores del espectro, en el chakra supremo se reúnen todos las energías de los centros inferiores. El chakra coronal es la fuente y el punto de partida para la manifestación de todas las restantes energías de los chakras. Aquí estamos unidos con el ser divino sin atributos y amorfo, que contiene en sí todas las formas y atributos no manifestados.
Es el lugar en que nos encontramos como en casa: desde aquí partió nuestro viaje hacia la vida, y aquí regresamos al final de nuestra evolución. Aquí vivimos y nos experimentamos a nosotros en Dios, nos hemos hecho uno con el origen divino del que procedemos. Nuestro campo energético personal está fundido con el campo energético universal.
Todo cuanto captamos, primero intelectualmente y después intuitivamente, adquiere ahora una comprensión completa. El conocimiento que obtenemos a través del chakra coronal va más allá aún del que nos proporciona el tercer ojo, puesto que ya no estamos separados del objeto de la percepción. Vivimos las diferentes manifestaciones de la creación, entre las que también se encuentra nuestro cuerpo, como un juego de la consciencia divina con la que nos hemos unificado.
La vía para el desarrollo del chakra supremo está indicada someramente por la radiación violeta. El violeta es el color de la meditación y de la entrega. Mientras que en la activación de los seis centros energéticos inferiores podíamos influir de forma concreta, aquí sólo podemos abrirnos y convertirnos en receptáculo.
Mediante el despliegue del séptimo chakra se disuelven también los últimos bloqueos limitadores de los restantes chakras, y las energías comienzan a vibrar con las frecuencias más altas de que son capaces. Cada chakra se convierte en un espejo del ser divino en su plano especial, expresando así el potencial supremo de que dispone.
Tan pronto como el chakra coronal está completamente despierto, su misión, recibir las energías cósmicas, ha concluido. Ahora es él mismo el que emite energías. Para ello el «cáliz de la flor» se abomba hacia fuera y compone una corona sobre la cabeza.

Sexto chacra o tercer ojo (Ajna)


Se sitúa entre las cejas, en el entrecejo.

A través del sexto chakra se consuma la percepción consciente del ser. En él se asienta la fuerza psíquica superior, la capacidad intelectual de diferenciación, la capacidad del recuerdo y de la voluntad; y a nivel físico es la central de mandos suprema del sistema nervioso central.
Su auténtico color es el añil claro, pero también pueden detectarse matices amarillos y violetas. Estos colores indican sus distintas formas de funcionamiento en diferentes planos de conciencia. El pensamiento racional o intelectual puede hacer surgir aquí una radiación amarilla. Un azul oscuro transparente apunta a la intuición y a procesos de conocimiento integrales. La percepción extrasensorial se muestra en un matiz violeta.
Cualquier realización en nuestra vida presupone pensamientos e ideas que pueden ser alimentados por patrones emocionales inconscientes, pero también por el conocimiento de la realidad A través del tercer ojo estamos unidos con el proceso de manifestación mediante la fuerza del pensamiento. Todo saber que se manifiesta en la creación existe en forma pura y no manifestada, de forma similar a como en una simiente en estado latente están contenidas ya todas las informaciones de las que surgirá la planta. La física cuántica llama a este ámbito el campo unificado o el ámbito de la menor excitación de la materia.
El proceso de creación comienza cuando el ser latente en sí mismo toma consciencia de su propia existencia. Entonces surge una primera relación sujeto-objeto, y con ello la primera dualidad. El ser amorfo adopta un primer patrón de vibraciones manifiesto.
Basándose en esta protovibración surgen continuamente mediante ulteriores procesos de concienciación, nuevos patrones de vibración diferenciados.
En nosotros, los hombres, están contenidos todos los planos de la creación, desde el ser puro hasta la materia compacta, y vienen representados por los diferentes planos de vibración de los chakras. Así, el proceso de manifestación se consuma en nosotros y a través nuestro.
Como el tercer ojo sirve de asiento a todos los procesos de concienciación, aquí obtenemos la facultad de la manifestación hasta la materialización y desmaterialización de la materia. Podemos crear nuevas realidades en el plano psíquico y disolver viejas realidades.
Sin embargo, en general, este proceso no se produce de forma automática y sin una actuación consciente. La mayoría de los pensamientos que determinan nuestra vida son controlados por nuestros patrones emocionales no liberados, y programados por juicios y prejuicios tanto propios como ajenos. De esta forma, con frecuencia nuestro espíritu no es quien domina, sino el servidor de nuestros pensamientos cargados de emociones, que pueden dominarnos parcialmente.
Pero también estos pensamientos se realizan en nuestra vida, puesto que lo que percibimos y vivimos fuera es siempre y en último término una manifestación de nuestra realidad subjetiva.
Con el desarrollo de nuestra conciencia y la creciente apertura del tercer ojo siempre podemos dirigir conscientemente este proceso. Nuestra fuerza de imaginación genera entonces la energía para cumplir una idea o un deseo. Junto con un chakra cordial abierto, ahora también podemos emitir energías curativas y efectuar curaciones a distancia.
Al mismo tiempo recibimos acceso a todos los planos de la creación que se encuentran detrás de la realidad física. El conocimiento de los mismos nos llega en forma de intuición, mediante la visión clarividente o mediante la clarividencia auditiva o táctil. Lo que anteriormente tal vez sólo barruntáramos vagamente se convierte ahora en una nítida percepción.

Quinto chacra o chacra de la garganta (Vishudda)


Este chacra se sitúa entre la nuez y la laringe, en la columna cervical y se abre hacia adelante.

En el chakra del cuello encontramos el centro de la capacidad de expresión humana, la comunicación y la inspiración. Está unido con un chakra secundario menor, que está asentado en la nuca y que abre hacia atrás. También estos dos centros energéticos suelen considerarse a menudo como un único chakra. En su funcionamiento, sin embargo, el chakra cervical está tan estrechamente unido con el chakra del cuello que lo hemos integrado en la interpretación de este último.
El quinto chakra conforma también una unión importante de los chakras inferiores con los centros de la cabeza. Sirve como puente entre nuestro pensamiento y nuestro sentimiento, entre nuestros impulsos y las reacciones que tenemos a los mismos, y transmite simultáneamente los contenidos de todos los chakras al mundo exterior. A través del chakra del cuello manifestamos todo lo que vive en nosotros, nuestra risa y nuestro llanto, nuestros sentimientos de amor y de alegría o de angustia y de ira, nuestras intenciones y deseos, e igualmente nuestras ideas, intuiciones y nuestra percepción de los mundos interiores.
El elemento que se asigna al chakra del cuello es el éter. En la doctrina del yoga está considerado el elemento fundamental a partir del cual se forman por compactación los elementos de los chakras inferiores: tierra, agua, fuego, aire. Pero el éter es también el portador del sonido, de la palabra hablada y de la palabra del creador; es, en resumen, el transmisor de las informaciones en todos los planos.
Así, la comunicación de nuestra vida interior hacia el exterior se produce predominantemente a través de la palabra hablada, pero también a través de nuestros ademanes y nuestra mímica, y a través de otras manifestaciones creativas, como la música, el arte gráfico e interpretativo, la danza, etc. La creatividad que encontrábamos en el chakra sacro se une en el chakra del cuello con las energías de los restantes chakras, y la potencia formadora del éter le da una determinada figura que nosotros retransmitimos al mundo exterior.
Sin embargo, nosotros sólo podemos expresar aquello que encontramos en nosotros. Así, a través del quinto chakra recibimos en primer lugar la facultad de la autorreflexión. La premisa necesaria para poder reflexionar es una cierta distancia interior. A medida que desarrollamos el chakra del cuello somos más y más conscientes de nuestro cuerpo mental, y podemos separar su funcionamiento del funcionamiento del cuerpo emocional, del funcionamiento del cuerpo etérico y del funcionamiento del cuerpo físico. Esto significa que nuestros pensamientos ya no son los rehenes de nuestros sentimientos y sensaciones físicas, por lo que es posible un conocimiento objetivo.
El éter se define también como espacio, en el que despliegan su eficacia los elementos más compactos. El conocimiento más profundo nos es conferido cuando estamos abiertos y desahogados como el espacio infinito, como el ancho cielo (cuyo color azul claro es el color del chakra del cuello), cuando permanecemos en silencio y escuchamos atentamente al espacio interior y exterior. Al quinto chakra se asocia la función sensorial del oído. Aquí abrimos nuestro oído, escuchamos atentamente las voces ocultas o no ocultas de la creación. También percibimos nuestra propia voz interior, entramos en contacto con el espíritu inherente a nosotros y recibimos su inspiración. Y desarrollamos una confianza inquebrantable en la guía personal superior. También somos conscientes de nuestra auténtica función en la vida, de nuestro dharma. Conocemos que nuestros propios mundos interiores son tanto los planos no materiales de la vida como el mundo exterior, y somos capaces de recoger y retransmitir informaciones de los ámbitos no materiales y de las dimensiones superiores de la realidad. Esta inspiración divina se convierte en un elemento portador de nuestra automanifestación.
Así, en el quinto chakra encontramos nuestra expresión individual de la perfección en todos los planos.

Ramillete de palabras

Si has llegado hasta aqui, es porque el amor no conoce fronteras ni límites.

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